Teníamos un viaje pendiente a visitar unas bodegas y no podía decir que no a una oferta tan apetitosa, nunca mejor dicho.
Esta semana, el entrenamiento consistía en estirar mucho, en beber lo justo y en disfrutar de los manjares de la tierra.
Así que a las 7 de la mañana en pie y viaje relampago, parando para repostar 5min hasta la Bodega de Pago de Carraovejas, situada en un marco incomparable para la vista y con unas instalaciones modernas y espectaculares para la fabricación de un vino que no deja indiferente a nadie.
Esta semana, el entrenamiento consistía en estirar mucho, en beber lo justo y en disfrutar de los manjares de la tierra.
Así que a las 7 de la mañana en pie y viaje relampago, parando para repostar 5min hasta la Bodega de Pago de Carraovejas, situada en un marco incomparable para la vista y con unas instalaciones modernas y espectaculares para la fabricación de un vino que no deja indiferente a nadie.
Después de una interesante visita a la Bodega y de catar unos vinos impresionantes, viaje relámpago hasta Segovia para comer en el Restaurante Jose María perteneciente al dueño de la Bodega. Explosión de sabores, lugar privilegiado en un marco incomparable y terminando con un rico cochinillo de la tierra segoviana.
Una vez comidos y con unas fotos en el Acueducto segoviano, nos esperaban 3 horitas más para llegar a la zona de La Rioja, donde tocaba descansar en una finca perteneciente a la siguiente bodega que teníamos que visitar. ¡Vaya pereza!
Llegada a la finca Torre de Oña por la noche y después de unas distinguidas presentaciones y dejar las maletas en la habitación, una buena cena en compañía para comentar experiencias encontradas.
Amaneció el día algo nuboso pero con ganas de estirar las piernas por los alrededores de la finca. En Tierra de viñedos nunca había corrido, así que zapas y a disfrutar del amecer riojano. Bastante humedad y algo de viento pero disfrutando de 35min de carrera suaves por los alrededores. Estiramientos, duchita y ya estamos listos para empezar la jornada.
Buen desayuno y curso de cata por la mañana. Merece la pena, aprender cosas que no conoces y saber que hay muchos más mundos que la informática. Las personas que conocí, adoran su trabajo y le ponen mucho sentimiento. Muy distinto a lo que he vivido durante estos últimos años en mi trabajo. Si nos gustaba saber de lo que ofrecíamos pero no le poníamos el mismo sentimiento.
El mundo del vino y de la alimentación, tienen algo sentimental y, aunque necesita mucho más tiempo de trabajo, se les nota que lo hacen de corazón.
Para los no entendidos como en mi caso, las catas estuvieron sencillamente impresionantes. Muchos aromas y muchos sabores. Al final, la conclusión es: O te gusta o no te gusta, pero en general estaban muy ricos.
Terminada la cata, tocaba otra vez viajar, ¡qué pereza! pero lo que no me esperaba era lo que iba a suceder. Después de 1hora de viaje, llegamos al Restaurante Echaurre, perteneciente al cocinero Francis Paniego, Estrella Michelín y muy valorado en este mundo. Un lugar precioso para disfrutar de una explosión de sabores en todos los platos que te pasan por la mesa. Genial el trato de los trabajadores y un final feliz con la posibilidad de comentar las sensaciones con el mismísimo dueño y hasta sacarse una foto de grupo.
Genial e impresionante lugar. Súper recomendable si se pasa por la zona.
Después de casi 3horas comiendo y debatiendo, tocaba volver a la Finca. Nos esperaba una buena, una horita y media en un Spa en un hotel del pueblo. Genial idea para recuperar de una dura jornada.
Terminamos el dia disfrutando de una magnífica cena y una mejor postcena, disfrutando de la compañía y comentando en formato amigable.
Pero todavía quedaba un día y se presentaba muy interesante. Nos levantamos temprano, vimos los goles de la selección española ante Tahití y desayunamos.
Viaje hasta Haro. No conocía la ciudad pero la asociaba a un sitio muy frío y lejano. Sencillamente increible, lleno de bodegas centenarias y de calles melancólicas. Además de mucho nivel social.
Nosotros íbamos destino a La Rioja Alta S.A y el lugar no pasó desapercibido. El trato inmejorable y las explicaciones espectaculares. Cuando alguien hace algo desde el corazón, su mensaje llega mucho mejor y siempre se queda.
Terminamos la velada comentando las experiencias vividas y disfrutando de un inmejorable vino reserva de la bodega y de un espectacular menú.
Pero al final todo se acaba. La experiencia ha sido muy especial y siempre quedará con uno.
Darle las gracias a Alimentación Juncal por esta oportunidad y esperemos que los nuevos proyectos tengan grandes momentos.
De vuelta a casa, tocaba correr en La Estrada pero fue imposible llegar así que me espera un duro fin de semana deportivo, doblando entrenos.
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